Tradición de una región
Nuestra historia
BordeRío
Bodega & Viñedos
Bodega & Viñedos
BordeRío Bodega & Viñedos es una finca con viñedos, bodega y olivares situada en la ciudad de Victoria, Entre Ríos (Argentina). Fundada por Verónica Irazoqui , el proyecto nace y crece con el inmenso desafío de revalorizar una tradición vitivinícola olvidada.
Con una locación única y diferencial, la finca tiene 365 hectáreas, de las cuales 18 están destinadas a la plantación de vides de distintos varietales de uva tinta y blanca. Cuenta además con un hermoso Bosque de Olivos y una bodega de 1.800 metros cuadrados con equipos de última generación.
BordeRío es el nacimiento de un sueño. Es la combinación de conocimientos, experiencias, pasión y energías, que juntos dan forma a un proyecto vitivinícola único.
Nuestro equipo
Verónica Irazoqui
CEO de BordeRío
Juan Sovrano
Director comercial
Mariela Ardito
Enóloga
Entre Ríos, una región de pura cepa
Había una vez, en un sitio no tan lejano, tierras rodeadas de ríos y llenas de fertilidad. Allí, inmigrantes provenientes de distintas regiones de Europa dieron vida a más de cinco mil hectáreas de viñedos, los cuales trabajaban y cultivaban con sus propias manos. De ellos extraían el vino que degustaban con placer los paladares de casi todo un país y de varias partes del mundo.
Los años fueron pasando, las vides madurando y esta región iba encontrando en ellas un camino hacia el progreso.
Sin embargo, llegó la infame década del 30 y con ella, la crisis mundial que afectó a varios negocios locales. En este contexto, la prosperidad entrerriana se convirtió, lamentablemente, en una amenaza para el resto de las tierras dedicadas a esta floreciente industria.
Por este motivo, en 1934, un presidente llamado Agustín Pedro Justo, paradójicamente entrerriano, no hizo honor a su apellido ni a su procedencia, y dictó la “Ley Nacional de Vinos” (Nº 52.137). En ella se enunciaba la prohibición de la actividad vitivinícola en todo el país, a excepción de la Región de Cuyo que se favoreció por convertirse en la única productora oficial de vino.
Fue en ese entonces cuando comenzó una feroz cacería contra todas las bodegas de la provincia. Los inspectores llegaban en compañía de las fuerzas armadas y, sin mediar palabra, arrancaban las vides de raíz, incendiaban plantaciones enteras y perforaban los toneles, derramando de esta forma la producción y los sueños de cientos de entrerrianos.
Y ese día se hizo esperar, pero al fin llegó. En el año 1993, otro político entrerriano, el senador Augusto Alasino puso fin a esa injusta ley de Justo, y la convirtió en tan solo un mal recuerdo. Esto significó el final de las prohibiciones y el comienzo de nuevos sueños y de nuevas ilusiones.
Ilusiones como las de Verónica y Guillermo que, a través de BordeRío, toman el inmenso y noble desafío de producir vino entrerriano de la más alta calidad para llenar las copas de Argentina y el mundo con el fruto de esta tierra, reivindicando a nuestra provincia como un terroir de pura cepa.